En el ámbito de la comunicación política, una estrategia recurrente es la lucha entre el bien y el mal. Quien emite el mensaje se posiciona en el bando del bien, mientras que a los grupos a los que se dirige se les atribuyen todas las características asociadas con la maldad.
Esta estrategia no es nueva; se ha utilizado a lo largo de la historia y en diversos contextos, como las religiones. Un claro ejemplo es el catolicismo, donde se ha narrado constantemente el enfrentamiento entre Dios y el Diablo.
Actualmente, los gobiernos autoritarios la emplean en campañas permanentes. Por ejemplo, en Estados Unidos se utiliza la idea de que son la nación elegida por Dios para defender la democracia contra "dictadores" y "comunistas" rusos o chinos. Internamente, esta retórica también ha calado hondo, dividiendo a la sociedad entre los "buenos" (los estadounidenses blancos) y los "malos" (los inmigrantes latinos asociados a la delincuencia y el narcotráfico).
Esta estrategia no es nueva; se ha utilizado a lo largo de la historia y en diversos contextos, como las religiones. Un claro ejemplo es el catolicismo, donde se ha narrado constantemente el enfrentamiento entre Dios y el Diablo.
Actualmente, los gobiernos autoritarios la emplean en campañas permanentes. Por ejemplo, en Estados Unidos se utiliza la idea de que son la nación elegida por Dios para defender la democracia contra "dictadores" y "comunistas" rusos o chinos. Internamente, esta retórica también ha calado hondo, dividiendo a la sociedad entre los "buenos" (los estadounidenses blancos) y los "malos" (los inmigrantes latinos asociados a la delincuencia y el narcotráfico).
En la narrativa ecuatoriana ocurre algo similar. El país atraviesa una de sus peores crisis de inseguridad, provocada principalmente por el narcotráfico. En este contexto, el gobierno de Noboa usa esta estrategia en el marco de la "guerra interna" contra las mafias, presentándose a sí mismo como el bando "bueno" y a los narcotraficantes como el "malo". Aunque en principio este discurso podría parecer aceptable, esta narrativa de lucha contra el narcotráfico ha sido usada para atacar a jueces, periodistas que no siguen la línea oficial y dirigentes políticos, tachándoles directamente de narcotraficantes o aliados de estos.
Este tipo de estrategias simplifica al máximo los problemas y te obliga a elegir entre dos opciones opuestas. La pregunta implícita es siempre la misma: "¿Estás conmigo o con ellos?". Nos colocan entre la espada y la pared y nos obligan a tomar partido: "¿Estás conmigo, que vengo a salvarte, o con ellos, que representan un mal para la sociedad?".
Esta estrategia funciona tan bien que se repite una y otra vez. Sin embargo, considero que es perversa, sobre todo cuando una maquinaria de comunicación se encarga de repetir la misma idea sin descanso. En esa situación, las voces críticas se callan por miedo a ser asociadas por el poder con el narcotráfico. A pesar de la aparente "libre elección", la pregunta siempre encierra una fuerte presión para unirse al lado del gobierno.
Esta estrategia funciona tan bien que se repite una y otra vez. Sin embargo, considero que es perversa, sobre todo cuando una maquinaria de comunicación se encarga de repetir la misma idea sin descanso. En esa situación, las voces críticas se callan por miedo a ser asociadas por el poder con el narcotráfico. A pesar de la aparente "libre elección", la pregunta siempre encierra una fuerte presión para unirse al lado del gobierno.
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