De los lugares que uno puede llegar a conocer lo más estético y sublime no son sus edificaciones o su gastronomía. Para mí todo se resume en la música y los sonidos. Y no me refiero a la música que se interpreta en grandes teatros sino aquellos sonidos que se escuchan entre los transeúntes, locales comerciales o los taxistas. Tal vez el sonido que más se acerque a la música cuando aterrizas en territorio desconocido es la lengua, porque considero que en el modo de hablar (altos y bajos, lentos o rápidos) se pueden interpretar como canciones asociadas a emociones. La lengua turca me sonó rápido y alto, pero nada ofensivo con lo que se podría interpretar que se trata de personas muy seguras, alegres o empáticas. Una vez instalados en el hotel, en el mismo centro de Estambul, se escuchaba al fondo música fusión entre instrumentos tradicionales turcos con adaptaciones de música electrónica en los diferentes bares. Y para alegría de los latinos el reguetón también suenan en
La comunicación y sus estéticas