Imagen tomada de internet
La pandemia del Covid – 19 significó un punto de quiebre en lo que se refiere a la competencia digital, sobre todo en nuestros países donde la transición a lo digital iba a paso de tortuga. Pero de un momento a otro se tuvo que adquirir, mal que bien, para afrontar la vida que proponía el contexto del coronavirus.
Hay que entender a la competencia digital como el conocimiento y las habilidades que tiene las personas para vivir dentro de una sociedad altamente conectada donde los dispositivos digitales median una serie de actividades como la formación, las transacciones comerciales, la comunicación, la coordinación de actividades laborales, etc.
Pero el tema de la competencia digital no solo hace referencia a la capacidad técnica del usuario sino a utilizar la tecnología como medios para conseguir diferentes fines, ya sean estos laborales, de entretenimiento o de formación. Para conseguir estos fines no solo basta saber las partes de un dispositivo digital sino una serie de acciones como buscar y filtrar la información, saber comunicarse con las diferentes personas, conocer los riesgos que implican los datos que se comparten, reconocer que algunos materiales tienen derechos de autor y pensar a la tecnología para resolver problemas puntuales.
Uno de los principales problemas es que la adquisición de aquellas competencias digitales no ocurre de manera formal, es decir, en la escuela o el colegio no existe una materia que haga referencia a cómo utilizar el Facebook o Instagram. Los propios usuarios a través del ensayo y error han ido aprendiendo poco a poco a navegar por esas plataformas. Pero este aprendizaje solo representa una parte de la competencia digital, la mayoría de usuarios no poseen juicios críticos sobre lo que están observando, los datos que se entregan, los permisos que otorgamos para acceder a los dispositivos digitales.
Si bien esta práctica del ensayo y error ha permitido que los usuarios estén en plataformas y redes sociales de entretenimiento, no ocurre lo mismo cuando se traslada lo digital al ámbito de la educación y el laboral. Es decir, cuando la tecnología digital se aplica al mundo de la educación los estudiantes tienen los mismos problemas que sus propios maestros. Todos somos muy hábiles, prestos a aprender nuevas cosas con respecto a las redes, siempre y cuando, sea para el entretenimiento y el ocio particular.
Pero la competencia digital no es una necesidad solo para el ámbito educativo, ahora es necesario para convivir dentro de la cultura digital que la sociedad hiperconectada impone. Carecer de estas competencias digitales aleja de las oportunidades laborales, educativas, sentimentales y culturales. En ese sentido, es necesario desde los espacios educativos iniciar talleres o capacitaciones sobre alfabetización digital, es decir ir explicando a los niños y adolescentes las diferentes estrategias de diseño, consumo e ideas políticas que podrían estar presentes en los contenidos que se observan en la red. Es un tema urgente.
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