De esas pasiones que surgen sin
proponérselo, sentí el toque de sus ojos y volteé a ver. Disimulabas, por un
instante te interesó más aquel árbol frondoso que yo. Me inventé una sonrisa,
tan falsa era esa sonrisa que no pesqué tus ojos. De pronto me interesó la
hierba que había crecido desproporcionadamente en este parque tan familiar, un
falso profesional que trata de interesarse sobre algo que no sabe, mis ojos en el
suelo y mis pensamientos en la dulzura de tu mirar. Ignorándonos ambos como
idiotas. Patán, pesando, odioso, y un largo etcétera…todos eran disfraces míos
con los cuales luchaba, con los me definías. Sostienes la mirada, caminas
lentamente, sé que vienes en mi dirección, ven porque creo que hay cosas que
decirnos, ven por que hay que mirarnos y olernos. Se habla de la existencia de
un lenguaje sin palabras, del lenguaje de las miradas o gestos, mas creo que
entre ambos no existe un lenguaje así de sencillo, nos hablamos cuando nos
rechazamos, gritamos cuando deseamos silencio, me cacheteas porque queremos
contacto. Nadie entiende, por eso no es lenguaje para todos; es un lenguaje que
nació entre ambos, fue como un hijo sin planificación pero que está ahí justo y
ahora, sólo queda cuidarlo, alimentarlo y amarlo.
-Me llamo Arturo, y también tengo ganas de hablar
contigo…
La comunicación y sus estéticas
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