Me olvidé de los besos de queso y
miel, de las palabras que conectan a otros lugares. Hoy las flores han
añadido más colores a su brillo, el tiempo camina pacífico junto al viento
fresco que toca mis palmas, se eriza la piel por instantes. Oigo palabras, las
primeras en meses, suenan tan dulce aunque agotadas por tanto dolor. Tengo hambre
al percibir un sabor conocido. Creo que son ocho meses donde mi memoria corrió
junto a las lágrimas de aquellos para
quienes era importante. Sólo tengo pocos recuerdos, entre ellas monstruos pequeños y horripilantes, mujeres hermosas pero adictivas y con
carencias. Pero hoy es un día distinto e importante, lo sé. No más fantasma que
se esconden cada noche en las negaciones y no aceptaciones, basta de siluetas que
salen cuando el vodka cierra mi presente, es necesario despedirme con un beso de aquella fantasma que baila, besa y me acompaña. Frente a la opacidad hay que brillar y
verás como esta muere.
La comunicación y sus estéticas
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